miércoles, 23 de julio de 2008

Instrucciones Imposibles





Instrucciones para volar con un cable
Ate un cable al techo
Anude el cable y fijese que no se toque el piso
Átese al cable
Súbase a una escalera y colúmpiese
Repita el paso cuatro cuantas veces quiera

Instrucciones para volar como un murciélago
Corte una sábana en forma de alas de murciélago
Costure la sábanas con forma de alas de murciélago en una polera
Coloquese el traje (Mientras lo hace trate de quer nadie lo vea)
Subáse al techo de su casa o edificio y tírese
Planeé como un pájaro , recorra el vecindario y disfrute.




Jose Luis



Erik

Instrucciones para ver un arco iris

Mire si hay sol
Lleve una bañera con agua
Consiga un espejo y luego póngalo en la bañera
Mire el arco iris que se forma
Fíjese si esta el arco iris que quería
Mire el atardecer como queda

Diana
Instrucciones para caminar en un pie

Se camina en dos pies primero
Luego se intenta correr
Se intenta con un pie. Ahora se intenta correr.
Por último, si lo lograste, ¡que bien!


Instrucciones para volar
Primero te parás sobre una piedra.
Luego te concentras.
Se intenta saltar.
Luego se trata de respirar.
Se mira para arriba.
Se cierran los ojos.
Se pone la mente en blanco.
Luego pensás en cosas que vuelan.
Y finalmente si estás concentrado, podés volar.







Instrucciones para hacer nubes artificiales

Primero agarre ocho globos, un paquete de algodón y cinta.
Después infle los globos.
Luego pegue pedacitos de cinta por todos los lados de los ocho globos.
Después en los pedacitos de cinta, ponga algodón.
Por último junte los ochos globos con cinta y tírelos por lo mas alto de su casa, hasta que vuelen. Parecerán nubes.




Lucero




COMO TOCAR UNA PALOMA CUANDO VUELA


1-Primero consiga a Superman
2- Después dígale que vuele por las nubes
3- Encuentre una paloma volando
4- Dígale a Superman que se acerque
5-Acérquese a la paloma lentamente, cuidadosamente si no se va asustar
6- Por último toque la paloma y acaríciela



INSTRUCCIONES PARA VOLAR UNA MARIPOSA


1-Primero conseguí una mariposa.
2-Después conseguí una máquina que mande al futuro.
3-Luego allí buscas una máquina que te haga chiquito .
4- Volvé al presente .
5-Por último te subís a la mariposa y esperás que despegue.





Walter

Soñando un pozo con estrellas

1 Primero duermete profundamente

2 Luego sueño que estas solo

3 Por otro lado pienso que hay un pozo que esta lleno de estrellas

4 Por ultimo baja al fondo del pozo para ver las estrellas

Aldana

Instrucciones para hacer las cosas de siempre




Instrucciones para tomar Tereré
Primero poné la yerba en la guampa.
Luego sacá de la heladera el agua.
Después si querés poné el yuyo. Sino, no.
Por último lo tomás con la bombilla.
Alejandro


Instrucciones para esquiar:


1) Al levantarte de la mañana lávese bien la cara para estar bien despierto,
2) Desayune con algo nutritivo, y no pesado por que va terminar en baño.
3) Abríguese mucho, pero no le aconsejo demasiado. Pr las dudas,si se abriga póngase mucho desodorante.
4) Vaya a su armario, saque su ski.
5) Colóqueselos la mano, por que notaráque al salir nieve no hay.

Instrucciones para nadar:


1) Vaya a su club deportivo donde nada o a su propia piscina.


2) Colóquese su traje de baño y tome sol para tostarse.


3) Párese al borde de la pileta extendiendo su mano y tírese de clavado.


4) Si no hay agua no siga nadando porque va a tener que ir al hospital, ya que se olvidó de llenar la pileta.
Instruciones para tomar el té

A Primero caliento agua hasta su primer hervor

B Luego viertala suavemente sobre el saquito de té que estara en una taza

C Después deje repasar durante 3 o 5 minutos

D Entonces retire el saquito y deje escurrir unos saquitos

E Por último saboree este saquito de té
Aldana
Instrucciones para atrapar una mosca
1- primero esperas que la mosca se quede quieta
2-segundo ponés la mano sobre la mesa, etc
3- te fijas de que lado de la mano está la sombra
4-te acercás lentamente y la aplastás con la mano que no hace sombra
Cesar

lunes, 21 de julio de 2008

Ramón Preocupón

Ramón es un preocupón. Se preocupa tanto que no puede dormir. Por suerte su abuela sabe lo que él necesita para vencer sus miedos. Una vez que conoce su secreto, Ramón se da cuenta que no debe preocuparse más...

De esto se trata este hermosísimo cuento de Anthony Browne, y lo compartimos con los chicos de Primer Grado... Juntos descubrimos que todos somos preocupones como Ramón, pero que como él, sabemos vencer nuestros miedos y preocupaciones. Igual, por las dudas, hicimos nuestros propios "Muñequitos Quitapesares"...

viernes, 11 de julio de 2008

Más cuentos de humor

Amor imposible

Hace muchos años había una princesa de un reino que era como un continente entero.

Un día se enamoró de un campesino que también la quería. Pero el campesino, que se llamaba Andrés, le pidió a la princesa que se llamaba Valeria matrimonio.
Entonces al día siguiente le preguntó al padre de Valeria si le daba la mano de su hija y el padre le dijo no.
Y botó a Andrés del castillo y encerró a Valeria en otro castillo donde estaba protegida por 100 soldados y un río con cocodrilos y anguilas eléctricas.
Pero Andrés construyó un artefacto para pasar la lava. Lo probó y funcionó, pero los soldados lo llevaron a 200m del castillo. Entonces lo volvió a intentar pero la noche.

Lo electrocutaron las anguilas eléctricas y gritó. Despertó a los soldados y entonces lo botaron a 500km del castillo.
Entonces creó un artefacto que lo proteja de los cocodrilos y las anguilas eléctricas y otra noche por fin lo logró y llamó a la princesa y Andrés lanzó una soga que tenía una especie de ancla en la punta. Hizo tres intentos: en el primero se la cayó el ancla en la cabeza, en el segundo intentó lanzarla pero el ancla estaba enredada en sus pies y se cayó otra vez. En la tercera lo logró.
Luego trepó y vió que estaba estrangulando a la princesa con su soga.
Cuando llegó al balcón la vio y se desmayó. No se dio cuenta que no era su amada, sini una estatua de ella.

Pero luego vino la verdadera princesa y lo quería despertar así que le tiró agua fría pero no funcionó.
Entonces le tiró agua tibia y tampoco despertó. Cuando tiró agua caliente, funcionó pero funcionó tanto que le quemó y se fueron juntos. Pero el padre de la princesa la encontró y la llevó a 25.879.959.570km de distancia e igual Alejandro no se rindió y la buscó hasta que se hizo viejo, y se murió.
Autor:Erik



La mujer ahorcada

Hace mucho tiempo un caballero mal vestido se enamoró de una princesa mal teñida.
Una noche con serpientes y cucarachas, el joven fue a visitar a la fea dama.
Ella lo estaba esperando a su amado con un cuchillo, por si una serpiente venía a visitarla. Cuando el muchacho fue todo mal vestido lo primero que hizo la chica es tirarle el cuchillo, púes ella pensó que era un mono suelto del mercado. Y él le dijo:- ¿Qué haces?

-¿Yo? Nada. Solamente quise dramatizar nuestro amor, pero perdóname. Yo no te quise tirar un cuchillo sino una flecha, pero no tenía. Ella le mintió, para no pasar vergüenza. El joven la perdonó.
Cuando el caballero quiso subir al balcón, tiró una cuerda varias veces, pero siempre se le caía. Por fin el joven payaso a último momento, se dio cuenta que lo que estaba tirando era un globo en forma de serpiente.
Cuando agarró una soga decente la lanzó y llegó al balcón. Sucedió una desgracia: él había matado a su amada, pero a él no le importó. Finalmente se casó con la mamá a la que suponía que también amaba.

Aldana


Mi doncella
Había una vez una doncella y un príncipe que eran de distintos países. La doncella era de España y el príncipe de Roma.

Ellos se conocieron en una fiesta que hizo el padre del príncipe.

Eran uno para el otro. Los dos eran torpes, porque por ejemplo decían que los caballos daban leche, que las vacas volaban. En fin, muchas cosas más que no son ciertas. Cada vez que pasaban por una mesa grande de invitados en las cenas se golpeaban la cabeza,tiraban vino y se decían:- ¡qué torpes somos!
Cuando los presentaron ella le dijo: -yo soy la doncella de España. Mi nombre es Adriana.
Algunas personas me dicen Adriana la fea, pero yo no se lo que significa fea. Y vos, ¿cómo te llamás?- le preguntó a él.

- Yo Arturo, el príncipe de Roma. A mí muchas personas me dicen Arturo el que tiene olores duros.
Bueno tenemos que volver a nuestros hogares- dijo ella.-
Nos vemos luego o cuando quieras. Podés ir a mi castillo, y en los caminos vas a conocer muchos muchos lugares importantes.

Pasó un mes y el rey Arturo decidió ir a España sin avisarle a la doncella. Era una sorpresa. j

Preguntó a muchas personas donde quedaba el castillo de los reyes torpecitos. Las personas le contestaron que el castillo quedaba en la calle Poroto.

Él fue corriendo y encontró la calle Poroto. Por fin encontró el castillo. Primero silbó. Pero no contestó la doncella. Luego tiró una soga por el balcón, y sin saber que su doncella estaba allí trepó sosteniendo la soga por las paredes. Llegó hasta el balcón y vio que su importante doncella
estaba como desmayada y dijo:- ¡Adrianita mi feíta ¿te desmayaste por mi olorcito? Contesta mi feíta.

Se dio cuenta entonces que sus olores ya no importaban pues su amada no despertaba y fue allí que vio la soga que había lanzado en el cuello de su doncella.

Escapó llorando. Nadie lo pudo encontrar. Pero siempre supieron que era él quién ahorcó a la doncella por los olores que habían quedado en aquel lugar.

El príncipe azul y la princesa Agustina

Había una vez una princesa que no se quería casar.Tenía una hermana menor llamada Luján. Estaba muy enamorada de un joven llamado Héctor.

Pero el papá de las hermanas quería que se case primero la princesa Agustina para que después se case Lujan.

La princesa Agustina tenía muchos pretendientes. Pero ninguno se quedaba con ella.

Después de la quinta vez, el padre de la princesa decidió hacerle una sorpresa: estaba en camino otro pretendiente.

La princesa Agustina tenía un ahijado que espiaba al padre e informaba a Agustina. Ella se enteró que venía en camino otro pretendiente, entonces la princesa Agustina llamó a sus amigas para hacer un plan.

Llegó el pretendiente y las amigas de la princesa le cerraron el camino al príncipe que iba llegando al palacio.

Una de las amigas lo entretuvo al príncipe y la otra se llevó el caballo.

Aunque corrió el príncipe a alcanzar a su caballo no pudo lograr atraparlo.

Las amigas de la princesa lo corrían y él se enganchó la ropa con una madera y se le rompió el pantalón.

Tardaba mucho. Entonces el padre de la princesa salió al patio para mirar si iba llegando.

El príncipe estaba detrás de unas rosas escondido. Le contó al padre lo que pasó.

El rey le prestó un pantalón de pescar que le quedaba muy corto porque el principe era muy alto. La princesa se enteró que ya estaba el abajo el príncipe.

Y le dijo a su ahijada que vaya a traer una sandia para fingir que estaba embarazada.

La princesa bajo y el príncipe la agarró de las manos. Entonces se le cayó la sandia, el príncipe le dijo ¿Cómo sabia usted que me gusta sandia?

Se puso a comer desaforada mente y no consiguió salir con la princesa. Al otro día vino con con una flor muy hermosa los padres la convencieron y se enamoro del príncipe y finalmente se casaron y vivieron muy felices sembrando sandia

fin

LA PRINCESA MÁS FEA DEL REINO


En la ciudad de roma está el príncipe Lucas y la princesa Natalia

Una noche donde las estrellas brillan, un silbido se escucha y la princesa Natalia se asoma.
El príncipe Lucas tira la soga y sin quererse le engancha a la cabeza de ella va trepando por el castillo y se encuentra con una gran sorpresa la princesa está” despeinada”.Igual se abrasan.
El rey Francisco manda a sus mejores hombres del reino a buscar al dragón de Roma. Cuando lo encuentran unos hombres se desmayan del susto, pero lo ponen dentro de una jaula. El dragón empieza a tirar bolas de fuego y al que maneja el carruaje le quedan los pelos crispados. Después lo soltaron por la ciudad y la gente corrió. Del miedo empezaron a ir al castillo quejándose sobre ese feo dragón. Entonces el rey dijo: El que mata al monstruo se podía casar con la princesa Natalia. Cuando la noticia llegó a los oídos del ayudante del rey le dijo que se iba a enfrentar con el dragón. Entonces fue le empezó a clavar aspadazos por todas partes y el monstruo le tiró una gran bola de fuego que apenas le rozó la espalda. Le dio un último aspadazo y le cortó algunas escamas.

Cuando llego al reino el rey le dio la mano de su querida hija. El la beso como si fuese la primera vez, aunque no lo era.
Al otro día se casaron. Tuvieron dos hijos que se llamaron Germán y Tontolín. Y así vivieron felices para siempre.
Ailen

Una noche Romeo quería estar con su belleza más amada, la Amanda.

Se puso un abrigo y cuando iba pasando por el río se tropezó y cayó al agua. No podía salir, intentó pero no pudo.

Observó al final del recorrido una catarata y cayó por ella.

Cuando por fín llegó con su princesa, le tiró una cuerda con un gancho que enganchó pero se le salió el gancho y le pegó en la cabeza.

Tiró otra vez pero ahora se le cayó un ladrillo. Tiró una tercera vez y subió.

Entró en la pieza y estaba el papá. Lo tiró por la ventana.

Romeo al día siguiente la encontró en una fiesta a su querida.

Se pudieron mirar uno a otro.

De repente salio el padre de una carpa. Y salió a correr a Romeo. Cuando se dio vuelta se tropezó y se dio la cabeza con una puerta de hierro.

Aprovecharon el desayuno y se escaparon hacia el norte de EEUU. Se casaron y tuvieron una hija. Su padre nunca los pudo encontrar.
MARCOS



Estas instrucciones de Cortazar también nos gustaron mucho. Fijense Ustedes si les pasa lo mismo...



Instrucciones para subir una escalera
Nadie habrá dejado de observar que con frecuencia el suelo se pliega de manera tal que una parte sube en ángulo recto con el plano del suelo, y luego la parte siguiente se coloca paralela a este plano, para dar paso a una nueva perpendicular, conducta que se repite en espiral o en línea quebrada hasta alturas sumamente variables. Agachándose y poniendo la mano izquierda en una de las partes verticales, y la derecha en la horizontal correspondiente, se está en posesión momentánea de un peldaño o escalón. Cada uno de estos peldaños, formados como se ve por dos elementos, se situó un tanto más arriba y adelante que el anterior, principio que da sentido a la escalera, ya que cualquiera otra combinación producirá formas quizá más bellas o pintorescas, pero incapaces de trasladar de una planta baja a un primer piso. Las escaleras se suben de frente, pues hacia atrás o de costado resultan particularmente incómodas. La actitud natural consiste en mantenerse de pie, los brazos colgando sin esfuerzo, la cabeza erguida aunque no tanto que los ojos dejen de ver los peldaños inmediatamente superiores al que se pisa, y respirando lenta y regularmente. Para subir una escalera se comienza por levantar esa parte del cuerpo situada a la derecha abajo, envuelta casi siempre en cuero o gamuza, y que salvo excepciones cabe exactamente en el escalón. Puesta en el primer peldaño dicha parte, que para abreviar llamaremos pie, se recoge la parte equivalente de la izquierda (también llamada pie, pero que no ha de confundirse con el pie antes citado), y llevándola a la altura del pie, se le hace seguir hasta colocarla en el segundo peldaño, con lo cual en éste descansará el pie, y en el primero descansará el pie. (Los primeros peldaños son siempre los más difíciles, hasta adquirir la coordinación necesaria. La coincidencia de nombre entre el pie y el pie hace difícil la explicación. Cuídese especialmente de no levantar al mismo tiempo el pie y el pie). Llegando en esta forma al segundo peldaño, basta repetir alternadamente los movimientos hasta encontrarse con el final de la escalera. Se sale de ella fácilmente, con un ligero golpe de talón que la fija en su sitio, del que no se moverá hasta el momento del descenso.

Más instrucciones




A veces las instrucciones pueden ser sobre cosas maravillosas, increíbles, imposibles... Miren si no... Así lo pensó Anahí.




Instrucciones para dormir en las nubes

Para dormir en las nubes primero hay que dormir lo mas cómodo posible así poder hacer lo que se quiere.
Después hay que ponerse lo mas liviano que uno pueda.
Luego hay que sentir que flotas en el cielo y soñar lo que uno quiere o desea. Otra opción puede ser inflar un globo grande y cuando estas en el cielo bajarte en una nube y ponerse a dormir.


Instrucciones para viajar en el espacio

Primero hay que pegar estrellas de papel brillante, un círculo de luna, y otro de sol y pegar piedritas que también sean brillantes en la pared. Después ponerse unas botas, un casco y ropa tipo astronauta. Luego encender una estufa al lado del sol y un ventilador en medio de la habitación. Si queres podes pone colchones por todo el piso (después vas a saber para que). Por ultimo apagar la luz. Si sos buen imaginador saltando sobre los colchones y el ventilador sentis la gravedad. Las piedritas son los asteroides, el papel brillante las estrellas y también ves la luna .Todo salio bien disfrútalo.



ANAHI

lunes, 7 de julio de 2008

¿Quién es Julio Cortazar?

Nosotros estamos leyendo instrucciones... Analizamos juntos las particularidades del texto instructivo, sus características.... Así llegamos a Cortazar, pues él, en su libro "Historias de cronopios y de famas" ha publicado diferentes instrucciones para que hagamos cosas que en realidad no necesitan de ninguna instrucción. Así, llorar, cantar o subir una escalera disponen de sus guías para que nadie se quede sin reir. Aquí va una instrucción a modo de ejemplo....

Instrucciones para cantar



Empiece por romper los espejos de su casa, deje caer los brazos, mire vagamente la pared, olvidese. Cante una sola nota, escuche por dentro. Si oye (pero esto ocurrirá mucho después) algo como un paisaje sumido en el miedo, con hogueras entre las piedras, con siluetas semidesnudas en cuclillas, creo que estará bien encaminado, y lo mismo si oye un río por donde bajan barcas pintadas de amarillo y negro, si oye un sabor pan, un tacto de dedos, una sombra de caballo. Después compre solfeos y un frac, y por favor no cante por la nariz y deje en paz a Schumann.


Los invitamos a visitar esta página, sobre la cual investigamos muchas cosas sobre este fabuloso escritor:

www.juliocortazar.com

La casa tomada. También es palabra escrita


Casa tomada
Cuento de Julio Cortázar

Nos gustaba la casa porque aparte de espaciosa y antigua (hoy que las casas antiguas sucumben a la más ventajosa liquidación de sus materiales) guardaba los recuerdos de nuestros bisabuelos, el abuelo paterno, nuestros padres y toda la infancia.

Nos habituamos Irene y yo a persistir solos en ella, lo que era una locura pues en esa casa podían vivir ocho personas sin estorbarse. Hacíamos la limpieza por la mañana, levantándonos a las siete, y a eso de las once yo le dejaba a Irene las ultimas habitaciones por repasar y me iba a la cocina. Almorzábamos al mediodía, siempre puntuales; ya no quedaba nada por hacer fuera de unos platos sucios. Nos resultaba grato almorzar pensando en la casa profunda y silenciosa y cómo nos bastábamos para mantenerla limpia. A veces llegábamos a creer que era ella la que no nos dejó casarnos. Irene rechazó dos pretendientes sin mayor motivo, a mí se me murió María Esther antes que llegáramos a comprometernos. Entramos en los cuarenta años con la inexpresada idea de que el nuestro, simple y silencioso matrimonio de hermanos, era necesaria clausura de la genealogía asentada por nuestros bisabuelos en nuestra casa. Nos moriríamos allí algún día, vagos y esquivos primos se quedarían con la casa y la echarían al suelo para enriquecerse con el terreno y los ladrillos; o mejor, nosotros mismos la voltearíamos justicieramente antes de que fuese demasiado tarde.

Irene era una chica nacida para no molestar a nadie. Aparte de su actividad matinal se pasaba el resto del día tejiendo en el sofá de su dormitorio. No sé por qué tejía tanto, yo creo que las mujeres tejen cuando han encontrado en esa labor el gran pretexto para no hacer nada. Irene no era así, tejía cosas siempre necesarias, tricotas para el invierno, medias para mí, mañanitas y chalecos para ella. A veces tejía un chaleco y después lo destejía en un momento porque algo no le agradaba; era gracioso ver en la canastilla el montón de lana encrespada resistiéndose a perder su forma de algunas horas. Los sábados iba yo al centro a comprarle lana; Irene tenía fe en mi gusto, se complacía con los colores y nunca tuve que devolver madejas. Yo aprovechaba esas salidas para dar una vuelta por las librerías y preguntar vanamente si había novedades en literatura francesa. Desde 1939 no llegaba nada valioso a la Argentina.

Pero es de la casa que me interesa hablar, de la casa y de Irene, porque yo no tengo importancia. Me pregunto qué hubiera hecho Irene sin el tejido. Uno puede releer un libro, pero cuando un pullover está terminado no se puede repetirlo sin escándalo. Un día encontré el cajón de abajo de la cómoda de alcanfor lleno de pañoletas blancas, verdes, lila. Estaban con naftalina, apiladas como en una mercería; no tuve valor para preguntarle a Irene que pensaba hacer con ellas. No necesitábamos ganarnos la vida, todos los meses llegaba plata de los campos y el dinero aumentaba. Pero a Irene solamente la entretenía el tejido, mostraba una destreza maravillosa y a mí se me iban las horas viéndole las manos como erizos plateados, agujas yendo y viniendo y una o dos canastillas en el suelo donde se agitaban constantemente los ovillos. Era hermoso.

Cómo no acordarme de la distribución de la casa. El comedor, una sala con gobelinos, la biblioteca y tres dormitorios grandes quedaban en la parte más retirada, la que mira hacia Rodríguez Peña. Solamente un pasillo con su maciza puerta de roble aislaba esa parte del ala delantera donde había un baño, la cocina, nuestros dormitorios y el living central, al cual comunicaban los dormitorios y el pasillo. Se entraba a la casa por un zaguán con mayólica, y la puerta cancel daba al living. De manera que uno entraba por el zaguán, abría la cancel y pasaba al living; tenía a los lados las puertas de nuestros dormitorios, y al frente el pasillo que conducía a la parte más retirada; avanzando por el pasillo se franqueaba la puerta de roble y mas allá empezaba el otro lado de la casa, o bien se podía girar a la izquierda justamente antes de la puerta y seguir por un pasillo más estrecho que llevaba a la cocina y el baño. Cuando la puerta estaba abierta advertía uno que la casa era muy grande; si no, daba la impresión de un departamento de los que se edifican ahora, apenas para moverse; Irene y yo vivíamos siempre en esta parte de la casa, casi nunca íbamos más allá de la puerta de roble, salvo para hacer la limpieza, pues es increíble cómo se junta tierra en los muebles. Buenos Aires será una ciudad limpia, pero eso lo debe a sus habitantes y no a otra cosa. Hay demasiada tierra en el aire, apenas sopla una ráfaga se palpa el polvo en los mármoles de las consolas y entre los rombos de las carpetas de macramé; da trabajo sacarlo bien con plumero, vuela y se suspende en el aire, un momento después se deposita de nuevo en los muebles y los pianos.

Lo recordaré siempre con claridad porque fue simple y sin circunstancias inútiles. Irene estaba tejiendo en su dormitorio, eran las ocho de la noche y de repente se me ocurrió poner al fuego la pavita del mate. Fui por el pasillo hasta enfrentar la entornada puerta de roble, y daba la vuelta al codo que llevaba a la cocina cuando escuché algo en el comedor o en la biblioteca. El sonido venía impreciso y sordo, como un volcarse de silla sobre la alfombra o un ahogado susurro de conversación. También lo oí, al mismo tiempo o un segundo después, en el fondo del pasillo que traía desde aquellas piezas hasta la puerta. Me tiré contra la pared antes de que fuera demasiado tarde, la cerré de golpe apoyando el cuerpo; felizmente la llave estaba puesta de nuestro lado y además corrí el gran cerrojo para más seguridad.

Fui a la cocina, calenté la pavita, y cuando estuve de vuelta con la bandeja del mate le dije a Irene:

-Tuve que cerrar la puerta del pasillo. Han tomado parte del fondo.

Dejó caer el tejido y me miró con sus graves ojos cansados.

-¿Estás seguro?

Asentí.

-Entonces -dijo recogiendo las agujas- tendremos que vivir en este lado.

Yo cebaba el mate con mucho cuidado, pero ella tardó un rato en reanudar su labor. Me acuerdo que me tejía un chaleco gris; a mí me gustaba ese chaleco.

Los primeros días nos pareció penoso porque ambos habíamos dejado en la parte tomada muchas cosas que queríamos. Mis libros de literatura francesa, por ejemplo, estaban todos en la biblioteca. Irene pensó en una botella de Hesperidina de muchos años. Con frecuencia (pero esto solamente sucedió los primeros días) cerrábamos algún cajón de las cómodas y nos mirábamos con tristeza.

-No está aquí.

Y era una cosa más de todo lo que habíamos perdido al otro lado de la casa.

Pero también tuvimos ventajas. La limpieza se simplificó tanto que aun levantándose tardísimo, a las nueve y media por ejemplo, no daban las once y ya estábamos de brazos cruzados. Irene se acostumbró a ir conmigo a la cocina y ayudarme a preparar el almuerzo. Lo pensamos bien, y se decidió esto: mientras yo preparaba el almuerzo, Irene cocinaría platos para comer fríos de noche. Nos alegramos porque siempre resultaba molesto tener que abandonar los dormitorios al atardecer y ponerse a cocinar. Ahora nos bastaba con la mesa en el dormitorio de Irene y las fuentes de comida fiambre.

Irene estaba contenta porque le quedaba más tiempo para tejer. Yo andaba un poco perdido a causa de los libros, pero por no afligir a mi hermana me puse a revisar la colección de estampillas de papá, y eso me sirvió para matar el tiempo. Nos divertíamos mucho, cada uno en sus cosas, casi siempre reunidos en el dormitorio de Irene que era más cómodo. A veces Irene decía:

-Fijate este punto que se me ha ocurrido. ¿No da un dibujo de trébol?

Un rato después era yo el que le ponía ante los ojos un cuadradito de papel para que viese el mérito de algún sello de Eupen y Malmédy. Estábamos bien, y poco a poco empezábamos a no pensar. Se puede vivir sin pensar.

(Cuando Irene soñaba en alta voz yo me desvelaba en seguida. Nunca pude habituarme a esa voz de estatua o papagayo, voz que viene de los sueños y no de la garganta. Irene decía que mis sueños consistían en grandes sacudones que a veces hacían caer el cobertor. Nuestros dormitorios tenían el living de por medio, pero de noche se escuchaba cualquier cosa en la casa. Nos oíamos respirar, toser, presentíamos el ademán que conduce a la llave del velador, los mutuos y frecuentes insomnios.

Aparte de eso todo estaba callado en la casa. De día eran los rumores domésticos, el roce metálico de las agujas de tejer, un crujido al pasar las hojas del álbum filatélico. La puerta de roble, creo haberlo dicho, era maciza. En la cocina y el baño, que quedaban tocando la parte tomada, nos poníamos a hablar en vos más alta o Irene cantaba canciones de cuna. En una cocina hay demasiados ruidos de loza y vidrios para que otros sonidos irrumpan en ella. Muy pocas veces permitíamos allí el silencio, pero cuando tornábamos a los dormitorios y al living, entonces la casa se ponía callada y a media luz, hasta pisábamos despacio para no molestarnos. Yo creo que era por eso que de noche, cuando Irene empezaba a soñar en alta voz, me desvelaba en seguida.)

Es casi repetir lo mismo salvo las consecuencias. De noche siento sed, y antes de acostarnos le dije a Irene que iba hasta la cocina a servirme un vaso de agua. Desde la puerta del dormitorio (ella tejía) oí ruido en la cocina; tal vez en la cocina o tal vez en el baño porque el codo del pasillo apagaba el sonido. A Irene le llamó la atención mi brusca manera de detenerme, y vino a mi lado sin decir palabra. Nos quedamos escuchando los ruidos, notando claramente que eran de este lado de la puerta de roble, en la cocina y el baño, o en el pasillo mismo donde empezaba el codo casi al lado nuestro.

No nos miramos siquiera. Apreté el brazo de Irene y la hice correr conmigo hasta la puerta cancel, sin volvernos hacia atrás. Los ruidos se oían más fuerte pero siempre sordos, a espaldas nuestras. Cerré de un golpe la cancel y nos quedamos en el zaguán. Ahora no se oía nada.

-Han tomado esta parte -dijo Irene. El tejido le colgaba de las manos y las hebras iban hasta la cancel y se perdían debajo. Cuando vio que los ovillos habían quedado del otro lado, soltó el tejido sin mirarlo.

-¿Tuviste tiempo de traer alguna cosa? -le pregunté inútilmente.

-No, nada.

Estábamos con lo puesto. Me acordé de los quince mil pesos en el armario de mi dormitorio. Ya era tarde ahora.

Como me quedaba el reloj pulsera, vi que eran las once de la noche. Rodeé con mi brazo la cintura de Irene (yo creo que ella estaba llorando) y salimos así a la calle. Antes de alejarnos tuve lástima, cerré bien la puerta de entrada y tiré la llave a la alcantarilla. No fuese que a algún pobre diablo se le ocurriera robar y se metiera en la casa, a esa hora y con la casa tomada.

Cortázar y sus escritos para ver